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Microplásticos: Problema de actualidad y futuro.

Hace unos años, cuando los microplásticos empezaron a aparecer en las vísceras de los peces y mariscos, la preocupación se centró en la seguridad de los productos del mar. Los mariscos eran una preocupación especial, porque en su caso, a diferencia del pescado, nos comemos el animal entero, incluido el estómago y los microplásticos que pueda contener. En 2017, científicos belgas anunciaron que los amantes del marisco podían consumir hasta 11 000 partículas de plástico al año al comer mejillones, un plato estrella en ese país.

Para entonces, sin embargo, los científicos ya entendían que los plásticos se fragmentan continuamente en el medio ambiente, desmenuzándose con el tiempo en fibras incluso más pequeñas que un pelo humano (partículas tan pequeñas que se transportan fácilmente por el aire). Un equipo de la Universidad de Plymouth, en el Reino Unido, decidió comparar la amenaza de comer mejillones silvestres contaminados en Escocia con la de respirar el aire de una casa típica. Su conclusión: la gente ingerirá más plástico durante una cena de mejillones al inhalar o ingerir diminutas fibras de plástico invisibles que flotan en el aire a su alrededor, fibras desprendidas por su propia ropa, alfombras y tapicería, que al comer los mejillones